ELLOS

Desde mas de hace 4 años cualquier persona que camine por Bogotá podría encontrarse un día cualquiera, no importa a qué hora, con hombres muy altos que prenden fuego a otros en la cabeza, lanzan objetos al aire o se balancean con movimientos extraños mientras hablan con un acento desconocido, se trata de jovenes chilenos, argentinos, peruanos, venezolanos y ecuatorianos y alemanos , no mas de 30 años de edad, que viven en una casita del Chorro de Quevedo, llamada la casa de Frank, llegan a Colombia y mas especificamente a Bogotá a promover una cultura por medio del teatro, los malabares y todo lo que se les ocurra.

No les importan los lujos. Vienen a semaforear a cambio de una sonrisa y unas cuantas monedas. También hay malabaristas colombianos que llegan a Bogotá, después de haber viajado por todo el país.

"venimos a promover una cultura, una forma de vida" dice Jorge, uruguyo de 29 años

Consideran el malabarismo no como un medio de subsistencia sino como un estilo de vida, con una filosofía que escapa a los parámetros que impone la sociedad.

Ellos se asombran por ser vistos con sorpresa cuando sólo hacen lo que les gusta hacer. "Hasta qué punto de adormecimiento mental hemos llegado que ser soñadores de ilusiones se convierte en algo raro dentro de la sociedad" Dany, argentino de 28 años.

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